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Álvaro Obregón. Máximo caudillo de la Revolución Mexicana

 Autor: José Antonio Martínez Álvarez  Periodo: 1910 - 1946 México Revolucionario  Etiquetas:Álvaro Obregón | Revolución mexicana |
 Descripción:

Esta obra de 518 páginas, dividida en nueve capítulos, con una tabla cronológica y un apéndice, pretende mostrar a Álvaro Obregón exento de maniqueísmos, desde su nacimiento en un pequeño pueblo de Sonora, hasta su inmolación en un restaurante de la ciudad de México

La figura de Obregón va abriéndose paso como un factor decisivo en el desarrollo de la Revolución Mexicana, primero como estratega nato que sale airoso en todos los combates en que participa bajo la bandera del Constitucionalismo y luego en franca controversia con el Convencionismo que resultó de la reunión de militares de Aguascalientes a finales de 1914, al cabo de la cual no se hizo el propósito de conciliar a los diversos bandos en una sola corriente de intereses, ante el engreído protagonismo del general Francisco Villa.

En la campaña del Bajío contra las huestes del Centauro del Norte, Obregón revela su talento castrense tanto en Celaya como en los alrededores de León , Gto., Hasta que pone en fuga a las otrora arrogantes fuerzas enemigas, contribuyendo al triunfo definitivo del Constitucionalismo, lo cual marca a su vez, el principio de una disensión entre él y Venustiano Carranza, problema que a la postre se resuelve en una emboscada mortal para el Presidente en una aldea de la sierra poblana.

Con el triunfo de la Revolución de Agua Prieta aparece un triunvirato en cuyo centro se coloca indiscutiblemente Álvaro Obregón y los lados Adolfo de la Huerta, Presidente interino en turno, y Plutarco Elías Calles, el futuro sucesor de Obregón, quien por lo pronto reanuda su campaña para la Presidencia, la cual obtiene aunque sin el reconocimiento diplomático de varios países, principalmente de los Estados Unidos de América, déficit que constituirá una de sus obsesiones hasta que se ve precisado un contraer recursos compromisos a través de los Tratados de Bucareli, que le sirven para consolidarse en el poder, una vez vencida la rebelión de Adolfo de la Huerta, desertor del triunvirato.

Nuevamente en este episodio bélico demuestra sus superiores dotes militares y vence a los disidentes en combates que tienen lugar en el oriente y en el occidente del país, lo que le permite pacificarlo y dejarlo en condiciones de gobernar al general Calles, quien pone en práctica un programa radical en materia agraria y obrera, pero sobre todo se malquista con el sector católico, que lo pone en entredicho en dos frentes: Por medio de la actitud contestataria del clero, que suspende el culto público en todas las iglesias, ya través del levantamiento armado de los rebeldes campesinos llamados cristeros, quienes apelan a una guerra de guerrillas que no parecerá tener término.

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